Siempre se asocia la novela de espionaje con el siglo XX, especialmente con la Guerra Fría, pero se adapta bien a lo que se llama habitualmente como novela histórica. Un buen ejemplo es la serie de Forcada: El Secreto de la reina virgen https://novelasdeespionajeespanolas.blogspot.com/2011/01/forcada-el-secreto-de-la-reina-virgen.html y La cruz de Borgoña https://novelasdeespionajeespanolas.blogspot.com/2011/01/forcada-la-cruz-de-borgona.html
No obstante, hay material y bueno en la historia española con auténticos espías que piden a gritos que se novelice sus vidas.
Aquí, algunos ejemplos.
Joaquin Gatell y Folch, como “Kaíd Ismail” (1826-1879).
Joaquin Gatell Folch
Arabista, explorador y espía, se licenció en Jurisprudencia en la Universidad de Barcelona, pero renunció a ejercer como abogado para formarse como arabista en Madrid, París y Londres. A su vez también abandonó su incipiente carrera académica para trabajar como espía al servicio del gobierno español en Argelia, Marruecos, Túnez y la propia Francia. Sus misiones más importantes tuvieron lugar en Marruecos, la primera en 1861-63, la segunda en 1864-65; y la tercera en 1877, como parte de la expedición del navío “Blasco de Garay” dirigida por Cesáreo Fernández Duro, dónde se internó por los territorios en otra misión científica… pero fue capturado, logró fugarse esa vez y dos veces más hasta que por fin pudo reintegrarse a la expedición y finalmente regresó a España.
Fruto de ellas estas aventuras fueron dos publicaciones científicas sobre la geografía física y humana de las regiones marroquíes, así como diarios de viaje, planos, mapas y otros escritos.
Domingo Badía, conocido como "Ali Bey".
Domigo Badía y Leblich.
Erudito arabista, espía y sobre todo aventurero español, que en 1803 a las órdenes de don Manuel Godoy, primer secretario del rey Carlos IV de España, inició un viaje con el que pasaría a la historia.
Haciéndose pasar por un aristócrata sirio musulmán educado en Europa que quería hacer su peregrinación a la Meca, bajo el nombre de Alí Bey el Abbasí, recorrió Marruecos, Argelia, Libia, Egipto, Arabia, Siria, Turquía y Grecia. Visitó regiones que nunca habían sido visitadas por occidentales, siendo uno de los primeros europeos en entrar en el santuario de La Kaaba en La Meca totalmente prohibido a los no musulmanes. Además Badía fijó su posición geográfica exacta y describió los detalles de los santuarios, como confirmó y reconoció casi un siglo después el explorador y aventurero británico Richard Burton que repitió su hazaña.
De todas formas Domingo Badía no había sido enviado para hacer turismo. Su misión era recoger información y sondear a las autoridades de los territorios que atravesaba, buscando que aceptaran la protección de la corona española, o bien descubrir sus enfrentamientos para utilizarlos en beneficio de los intereses españoles. Un auténtico espía
Este primer viaje duró desde 1803 a 1807, llevando Badía un detallado diario donde describía las ciudades y territorios que visitaba así como observaciones sobre geografía, botánica, zoología, geología, meteorología y etnografía. Detalles de los lugares, sus habitantes y su forma de vivir. La primera edición de su libro “Los Viajes de Alí Bey” se publicó francés en París en 1816 en dos volúmenes, siendo leído en toda Europa y después traducido al inglés y alemán, siendo la primera edición española la publicada en Valencia en 1836.
En 1818 Domingo Badía inició un nuevo viaje, partiendo de París bajo el nombre de Alí Othman con destino a Damasco. Pero al llegar allí el pachá local, por encargo del espionaje británico, le invitó a la que sería su última taza de bebida.
Bibliografía:
Mohorte Medina: A.; La España colonial en África en el siglo XIX.
Jorge Juan de Santacilia. Conocido como Mr. Josués.
Jorge Juan y Santacilia.
Su misión consistía en informar de los avances británicos en construcción naval e importarlos, contratando, además, a expertos de los astilleros del Támesis que quisieran hacer escuela en España. Adoptó la falsa identidad de Mr. Josues. En menos de una semana logró lo que el inexperto embajador no había conseguido en años. Incluso conoció al almirante George Anson y al primer ministro John Russell, IV duque de Bedford, y compartió mesa con ellos. Este último ordenará poco después a la policía darle caza por espía. Sus informes, por medio de cartas cifradas, convencieron aún más al Marqués de la Ensenada de la necesidad de cambiar de política y centrar el esfuerzo en construir una flota poderosa y moderna. Jorge Juan intuyó, como él, que tarde o temprano se dirimiría contra la flota inglesa la supremacía de los mares y, sin un cambio en la Armada, no habría América. Informó sobre la construcción naval, que se demostró más anticuada que la de Antonio Gaztañeta usada en España, y la división moderna del trabajo cualificado, copió pieza a pieza los diseños de barcos y las investigaciones sobre el lacre y las primeras aplicaciones de máquinas de vapor para limpiar puertos entre otros usos preindustriales. También informó de planes concretos de los ingleses para atacar América.
En España el gasto en madera era desproporcionado respecto al sistema inglés y la calidad y resistencia de sus jarcias, velas y otros componentes. Jorge Juan incluso realizó sus propias mejoras al sistema. Pero la policía inglesa empezó a recibir informes y alguno de sus contactos allí fue detenido por el propio ministro Bedford. Tuvo que escapar pero aún así logró planificar el viaje de decenas de importantes ingenieros navales y obreros cualificados a España con sus familias para trabajar para la Corona, convenciéndoles de que aquello no pondría en peligro la industria naval británica y en junio de 1750 logró cruzar el Canal de incógnito en un barco, el Santa Ana de Santoña, y llegó a París.
Como puede apreciar el lector, la historia española del espionaje merece ser novelada.
0 comentarios:
Publicar un comentario